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Las dos caras de la asesoría de imagen
Las dos caras de la asesoría de imagen. He cuestionado tantas veces mi rol. Me he peleado con él y vuelto a reconciliar. Unas veces me he sentido perdida, otras veces orgullosa.
No es la primera vez que me pasa. También controvertí mi oficio cuando trabajé en radio, en Relaciones Internacionales, y en otros sectores. Así que, haciendo esta reflexión, he caído en cuenta de mi tendencia a cuestionar los roles, y preguntarme para qué y por qué hago lo que hago. Seguramente, esto revela una parte defectuosa o tal vez acertada de mi personalidad romántica y trascendental: mi interés constante de encontrarle sentido a las cosas.
No estoy segura de si esto se deriva del ánimo racional de entenderlo todo desde la mente, o de la necesidad de SENTIR que esto me llena. Yo creo que es cuestión de una sincronía entre ambas, lo cual se toma su tiempo. Unas veces va más rápido el corazón, otras el entendimiento racional.
Precisamente, esta relación con mi trabajo me ha llevado a encontrar podcast, libros y conversaciones que me aclaran las preguntas y le dan ese sentido tan anhelado para mí (esto me acuerda a Viktor Frankl: excelente su libro; y sin duda, a Fito Páez, cuando canta en una de sus estrofas: “Vivir atormentado de sentido, creo que esta sí es la parte más pesada”).
Hace, más o menos, 4 años una amiga me comentó lo siguiente: Juli, me encanta lo que haces, lo que pasa es que casi nadie te entiende. Fue muy fuerte recibir este mensaje. No supe por dónde cogerlo. Lo que sí recuerdo fue que la angustia que sentí me llevó a implementar decenas de estrategias de comunicación para hacerme entender mejor, y aclarar que la imagen y el estilo no solo se gestionan desde el vestuario sino también desde la esfera interior.
¡DALE AL PLAY!
De ahí vienen las peleas y los cuestionamientos que he tenido con mi rol. La imagen y el estilo personal son tan sutiles y tan densos a la vez…Hoy voy a hablar de ambas caras.
Una parte oscura de mi rol para mí consiste en concebir a este valor de la comunicación y el bienestar personal como aquel que se gestiona a través de la ropa y la moda únicamente. Sin duda, la indumentaria es una herramienta relevante en la labor del asesor de imagen. Respeto con sinceridad el trabajo de los diseñadores, y considero a la moda como un canal importante que refleja el momento de la historia que se esté viviendo.
De hecho, cada revolución, escenario y movimiento ha tenido una estética de la indumentaria: por ejemplo, si miramos la historia del siglo XX, encontramos a las Panteras Negras, el hipismo, el glam, el grunch, el punk, las guerras: lamentablemente los mismos ejércitos nazis…por citar solo algunos casos. Pero no puedo tapar el materialismo y la vanidad que la moda también tiende a atraer, o la forma en que nutre al ego llenando los vacíos de las personas.
Por supuesto: depende de la manera como cada individuo se relacione y acerque a la moda, pero también creo que la industria puede configurar un mensaje mucho más claro que rompa con una posible equiparación que hay entre la posesión material y el valor personal. Algunos ya lo están haciendo.
Otro lado opaco se basa en los slogans que prometen obtener una “imagen exitosa” a través de la asesoría, lo cual desintegra la esencia del éxito, y su aspecto emocional y personalísimo. Es un lema publicitario que olvida que las aspiraciones no pueden ser de molde como nos lo han intentado vender, y que no tienen que cumplir con unos estándares de lujo ni estatus.
También he percibido un seudo estancamiento del rol en el tiempo, que resulta en una asesoría de imagen trasnochada. La asesoría de imagen y estilo fue una especie de camisa de fuerza que, hasta los años 80 o tal vez 90, la gente en general, cumplió a ojo cerrado. Tiene sentido que hubiera sido así: en la década de 1980 brillaba la opulencia, la estética y el lujo; y en los 90 la crisis de valores fue enceguecedora. Esto dejó la herencia de imponer la forma de vestirte sin explicar el por qué y el para qué, sin exponer su sentido y peor aún, sin validar nuestras preguntas, valores, objetivos personales, emociones y el mensaje propio e individual.
Por ejemplo, en el mundo femenino la creencia de no poder usar zapatos blancos en una ciudad como Bogotá. Falso: sí se pueden usar, depende de su estilo, textura y de su tacón, y por supuesto, de las prendas con las cuales los combines. Y lo mismo con el pantalón blanco.
Por último, la asesoría de imagen refuerza las apariencias y el “que no se note”. Esto es de lo que más de duele. He visto a muchísimas personas caer en ese juego: haciendo esfuerzos por brillar con la pinta, pero por dentro están secas. Lo único que quieren es disimular sus vacíos en vez de trabajar en ellos, sin tener en cuenta el precio tan alto que se paga. El resultado es un ser tieso y postizo.
Soy consciente de que no soy una mujer de moldes lo cual no lo digo desde la cima de la montaña; por el contrario, esto me ha impuesto un reto muy alto, que he sentido pesado en ciertos lapsos: el de hacer las paces con lo infundado y lo trivial. Creo que hace parte de mi sanación de heridas emocionales. He entendido que no todo tiene que ser profundo, que lo superficial también hace parte de la vida y que ambas cosas no son opuestas. Así que ya no me culpo ni me siento incoherente por el hecho de convivir con mi parte existencialista (que considero dura y rígida… y me incomoda en ciertos sentidos) y mi parte sensible (que otros tal vez llamarían banal) pues ahora comprendo que se integran en el marco de nuestra dualidad humana.
Unos párrafos atrás decía que la imagen y el estilo también son sutiles. Aquí viene la parte positiva: la que nos impulsa.
Voy a enumerar las razones.
- “Cuando no sepas por dónde empezar, comienza por los detalles”, es la frase de un libro que me recuerda que podemos iniciar por lo pequeño y sutil cuando estemos perdidos.
Lo sutil: esa voz que nos lleva a bañarnos y vestirnos a pesar de estar desolados.
Esa voz que nos lleva a pulir la barba y cortarse el pelo a pesar de estar confundidos.
Esa voz que nos lleva a pintarnos las uñas, la boca o lo ojos a pesar de tener el corazón en la mano.
Esa voz…que nos levanta mediante los detalles, lo minúsculo.
Lo sutil nos moviliza tanto que nos permite dar el paso más difícil: el primero.
- “En las formas aceptamos la diversidad”: otro aspecto luminoso que he encontrado en mi rol consiste en como al trabajar con las formas, estoy promoviendo la diversidad y su manifestación en los estilos propios. Son estos los que se expresan a través de las formas (llámense texturas, colores, diseños), estimulando la armonía de la comunicación no verbal y de la estética de la indumentaria. Unas formas que también permiten ver el interior de la persona: sus valores, sus vacíos, sus sueños, lo que abre la puerta para trabajar en ellos.
Lo anterior me ha dado un espacio de reflexión y libertad: desde hace mucho no me interesa juzgar si se viste solo de negro, si su estilo es romántico o elegante, si disfruta combinar texturas y colores, o si es minimalista y simplificado. Mejor acompaño a la persona a aumentar su bienestar emocional y relacional, y mejorar su comunicación, reconociendo la raíz de su mensaje personal y ayudándole a encaminar su estilo fiel a sus valores.
Catalina, una de mis amigas de la universidad, me preguntaba:
¿Cómo haces tu consultoría, los asesoras con lo que a ti te gusta? Le explicaba que, por supuesto, mi gusto juega un rol dentro de la asesoría, pero en realidad el estilo del cliente es el norte de la consultoría y mi labor es convertirme en el caudal de SU estilo. Se trata de acompañar el proceso de reconocimiento que hace la persona, al hacer conciencia de lo que está trasmitiendo sin palabras y sintiendo a través de su estilo. Soy guía y testigo a la vez.
- La gestión de la imagen personal consciente como proceso de liberación. Liberarse de la idea de cumplir con un molde ajeno o del sistema en relación al cuerpo y estilo. Liberarse de vergüenzas y miedos sobre la expresión individual. Liberarse del personaje que has creado por miedo a no encajar o no recibir amor. Liberarse de los mitos de la imagen y el estilo personal. Liberarse del peso que has cargado y te ha impedido ser tu.
4. Facilitar las rutinas. Disfruto poner al servicio de los demás mi habilidad de combinar los colores y la ropa de distintas maneras conservando el equilibrio arquitectónico del estilismo. Me encanta entrar al closet, que yo llamo diccionario, y empezar a construir pintas, que yo llamo frases personales.
- Trabajar lo tácito con lo tangible. La imagen y el estilo configuran el sistema diacrítico de la comunicación no verbal, es decir el lenguaje de los símbolos, lo que se lee entre líneas inconscientemente. Qué mejor que volverlo consciente para fortalecer la comunicación sincera y las habilidades blandas.
- Acompañar a las personas a reconocerse y encaminarlas a que se sientan genuinamente a gusto con ellas mismas. Es un camino que impacta la autoconfianza y que ayuda a proyectar con conciencia una imagen fiel a los valores y talentos personales.
- Impulsar a las personas a la moda consciente: otro de mis objetivos está orientado a que abandonen las compras caprichosas o las que hacen para llenar vacíos emocionales, a que pierdan la vergüenza de repetir pinta y lo normalicen, a que opten por las prendas de segunda mano y los trueques, a que re-usen, hereden, donen, a que expriman su closet y a que comprendan que su valor personal NO está en la cantidad de ropa que tienen.
El vestuario es la primera esfera externa con la que tenemos contacto. Además de que cristaliza nuestros valores, objetivos, vacíos y sueños, también estimula, a través de la sensación de la piel, la manera cómo nos sentimos. La indumentaria, siendo la primera zona exterior con la que nos relacionamos, manifiesta a su vez una parte importante de la relación que tenemos con la vida, el entorno y nosotros mismos.
Este blog presenta una escena de la dualidad del plano en el que vivimos. Resume lo sutil y lo denso que veo de mi rol; las peleas y las reconciliaciones que he tenido con mi trabajo; y la conclusión más importante:
Que cada persona interpreta este rol y todos los demás, desde su historia, experiencia y conciencia; y todas estas interpretaciones son válidas y respetables. Esto no significa que me despreocupe por ser clara, pero sí configura soltar el control de la lectura que los demás hacen frente a lo que hacemos. No lo digo desde un lugar triunfalista, sino desde la humildad de la aceptación de una realidad. Aquí estoy para continuar ejerciendo mi trabajo de la mejor manera que puedo y con el sentido que mi alma me pide.
El hecho de que me encante y ame lo que hago, no significa que no me incomode y me cueste, y entonces esté en una constante búsqueda de herramientas a través del autoconocimiento. ¿Para qué? Para ser leal a la relación conmigo misma; para nutrir esa relación y mantenerla en crecimiento natural. Para seguir desarrollando mi honradez personal.
Como lo dice Rosa Montero en uno de sus libros, “Los humanos somos una pura narración, somos palabras en busca de sentido”.
Juliana Gutiérrez de la Cuadra.
Consultora internacional, docente y conferencista de Imagen Personal Consciente
Mentora en Conversaciones Inspiradoras
Personal Colour Style
Bienestar Comunicativo, relacional y emocional
Las dos caras de la asesoría de imagen. Las dos caras de la asesoría de imagen.
[…] he sanado muchas heridas, ahora trabajo en otras. Puedes leerlo en mi blog titulado “Las dos caras de la asesoría de imagen”. Me encanta lo que hago, pero a veces me incomoda y me cuesta. Por eso, cultivo mi búsqueda de […]