Skip to content
Dejar las apariencias

Dejar las apariencias

Hace unas semanas me encontré con un caso que sucede con más frecuencia de la que creemos. Una mujer, de 39 a 43 años, ejecutiva de un mundo corporativo tradicional, aplicó a un puesto de mayor jerarquía en la pirámide organizacional donde trabaja. Ella lucía unas suaves iluminaciones verdes oscuras, con acentos grises, en estilo balayage y empezó a preguntarse: “¿debería hacerme un lavado en el pelo para borrar el color verdoso y entonces lucir más seria en la entrevista?”

Este es el tipo de situaciones a las que nos enfrentamos con cierta periodicidad. Tal vez no con el pelo, pero sí con la ropa que elegimos. ¿Por qué nos sucede esto? ¿Por qué nos sentimos confundidas? Esto pasa por las siguientes razones (TODAS ELLAS TRABAJABLES, y lo pongo en mayúsculas para que, por favor, nunca te vayas a desanimar):

dejar las apariencias imagen personal

  1. Desconocimiento del lenguaje de los colores, las texturas y las formas de las prendas.
  2. Falta de gestión de autoconcepto, autoimagen y autoconocimiento: qué puedo comunicar de mí, qué estoy comunicando y qué quiero comunicar.
  3. Falta de una charla honesta con uno mismo y preguntarse: cómo me quiero sentir y con qué intención me estoy comunicando con mi imagen.

El problema no está en llevar un estilo moderno, contemporáneo o elegante si, por ejemplo, trabajas en un mundo espiritual y de desarrollo personal. Tampoco está en que luzcas con estilo natural, llamativo, creativo o alternativo si haces parte de un ambiente corporativo clásico. Se ha creído que si, por ejemplo, soy profesora de yoga, debo lucir muy básica, sin aretes y ropa ancha; o que si trabajo en un banco debo verme muy convencional.

Ahora, este planteamiento está lejos de considerar errado que una persona a la que le gusta ejercer una profesión como el derecho, sea de un estilo clásico y formal. O que otra persona que sea estilista de comida lleve un estilo creativo y llamativo. Por el contrario, ambos casos gozan de sentido y autenticidad. Sin embargo, ahora también nos topamos con ejemplos que para algunos podrían ser “sui géneris”, en la medida que se ha despertado el querer ser fieles a nosotros mismos y dejar la pesadez de cumplir con una apariencia.

Fíjense cómo la imagen ha sido mal interpretada y mal utilizada, pues se ha concebido como una herramienta para aparentar, cuando en realidad es un valor de nuestro lenguaje y comunicación que todos podemos aprender a gestionar con el propósito de fortalecer una relación incondicional propia, y elevar la seguridad y confianza comunicativa. Es un camino de autoconocimiento que nos permite ahondar en nuestra conciencia.

El mundo ha cambiado y a pesar de que en cada ambiente laboral existe un lenguaje ´sombrilla´ (unos más tradicionales, otros más flexibles), cada quien tiene la oportunidad de comunicar su mensaje personal con dicho lenguaje enmarcado por la empresa, eligiendo su tono suave o fuerte; con palabras técnicas, particulares o sencillas; con un acento u otro… lo mismo sucede con nuestra imagen y vestuario.

Así pues, hoy en día ningún código de vestuario laboral es antagónico a los estilos personales. La clave está en tener muy claro cuál es nuestro estilo personal, hacia dónde queremos llevarlo y aprender a darle equilibrio con las texturas, los colores y las formas de las prendas.

«La imagen ha sido mal interpretada y mal utilizada, pues se ha concebido como una herramienta para aparentar, cuando en realidad es un valor de nuestro lenguaje y comunicación»

Mi recomendación a aquella ejecutiva consistió en que optimizara su corte y peinado; llevara una prenda estructurada de su estilo, podría ser una gabardina negra, un abrigo o blazer de paño en un color maduro como el gris grafito; acompañado de texturas sedosas o ligeras en su camisa, en un tono claro acorde a su tipología cromática y que le diera luz; una falda o un pantalón de su estilo que armonizara con su morfología corporal. A esto sumarle un maquillaje liviano y fresco, accesorios plateados y por supuesto, que se dejara el balayage suave con sus iluminaciones verdes oscuras. Se trata de sentirnos genuinamente bien con nuestro look y nunca dejar de ser UNO en ningún escenario.

Recuerda que al otro lo decepcionamos, cuando no somos quienes somos.

 

Juliana Gutiérrez de la Cuadra.

Consultora, docente y conferencista de Imagen Personal Consciente

Coaching en Conversaciones Inspiradoras

Moda Sostenible Central Saint Martins, UAL.

Personal Colour Style BF 123

 

El closet: undiccionario

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba